Las medidas comerciales del año pasado permitieron un crecimiento en la producción y las ventas.
Desde finales de 2009, Guido Echeverría, subgerente de la fábrica de zapatos Calzafer, recibió más pedidos de comercializadores nacionales; mientras, Gustavo Martínez, gerente de calzado Gusmar, en ese mismo año, aunque meses atrás, solicitó un total de 55.000 dólares en crédito para fortalecer su negocio. Al igual que otros productores agrupados en la Cámara de Calzado de Tungurahua (Caltu), Echeverría y Martínez experimentaron, el año pasado, el resurgimiento de la actividad y la posibilidad de un futuro con buenas expectativas. ¿La razón? La vigencia de salvaguardias a la importación de calzado -principalmente asiático-, vigente desde enero del año pasado.La medida de protección comercial fue clave en el crecimiento del sector, que un año antes había experimentado una caída de su producción y ventas, según explican sus productores. De 15 millones de pares de zapatos que el sector producía en promedio al año, el 2009 permitió alcanzar una producción de 21 millones de pares; es decir, un incremento del 40% con relación al 2008. Con ese antecedente, los pequeños, medianos y grandes productores estiman un crecimiento adicional del 20%. para finales de este año, afirma Lilia Villavicencio, presidenta de la Caltu.Entre otras salvaguardias, la establecida para el sector fue de 10 dólares por cada par de zapato importado.En general, la política arancelaria entró en vigencia en enero del 2009, con el fin de reducir el déficit de la balanza de pagos en 1.459 millones de dólares. A esto se suma el arancel mixto que regirá desde junio próximo; es decir, seis dólares por cada par de zapato importado, más el 10% sobre el valor de cada producto.Según las cifras del Banco Central del Ecuador (BCE), la importación de calzado se redujo de 5,8 millones de dólares a 1,1 millones de dólares, entre febrero de 2009 y el mismo mes de este año.
El incremento de la demanda por parte de comercializadores, que antes importaban calzado para venderlo en el país, ha reposicionado al producto nacional. Así lo cree Echeverría.Sin embargo, este comportamiento -asegura- también los “obliga a diversificar la producción y a ser más creativos” para poder competir. En Calzafer, fábrica ubicada en el sector del mercado mayorista de Ambato, se elaboran entre 450 y 500 pares de zapatos al día, en jornadas de 10 horas. Allí, el trabajo empieza y termina en función de los pedidos, explica Germán Cunalata, jefe de Producción de la planta.Los zapatos que se elaboran -de tipo colegial, casual y para niños- se dirigen principalmente a Quito e Ibarra, aunque un porcentaje mínimo va para Ambato.La producción de Gusmar llega a los mismos mercados, aunque también a Loja y Tulcán. Ubicada en el cantón Cevallos (a 14 kilómetros al sur de Ambato), la fábrica incrementó su producción, en el 2009, de 80 pares de zapatos -en promedio al día- a 120. Ahora, la meta es alcanzar un promedio diario de 150, afirma Gustavo Martínez, gerente de la empresa. Pero, la particularidad de Cevallos es que además de distribuirse a varios puntos del país, los productos también se comercializan allí.En todo el cantón el número de talleres artesanales se ha incrementado desde la vigencia de la salvaguarda. Además, de miércoles a lunes, las asociaciones de productores venden su calzado en el coliseo de la localidad.“Esto es bueno”, aunque lo ideal sería que al mismo tiempo los obreros sean capacitados de manera permanente, dice Martínez.Lo mismo opina Martha Cobos, cliente de uno de los almacenes, pues -afirma- con mayor capacitación se puede ofrecer no solo buenos precios, sino también calidad. A diferencia de las ciudades o centros comerciales, donde los precios de venta pierden relación con los precios de fábrica, en Cevallos se pueden encontrar zapatos desde 20 dólares, para adultos (hombres y mujeres) y desde 15 dólares para niños.De otro lado, además del incremento de la producción y la demanda, otro de los impactos ha sido el incremento de la mano de obra. Según las asociaciones del sector, se estima que el empleo directo e indirecto podría superar las 16.000 plazas. Hasta el 2008, la cadena productiva involucraba a 80.000 personas. Pese al panorama, el sector aún no logra satisfacer la demanda nacional, que -según la Caltu- es hoy de 30 millones de pares de zapatos. Pero, la meta es trabajar en ese fin.