
A Blanca Salazar Bautista los micrófonos le dieron todo lo que tiene y es. Pero también pudieron haberle quitado su futuro. Una ya lejana noche de sábado formó parte de uno de los episodios más emblemáticos y tristes de la radio ecuatoriana. Ese 12 de febrero de 1949, pudo morir, como ocurrió con otras cinco personas.
Fue la noche en la que los marcianos del escritor inglés H. G. Wells arribaron a Quito, once años después de haber provocado un susto similar entre los estadounidenses.
“Yo no sabía de qué se trataba, el director de Radio Quito me llamó para que fuese parte de un dramatizado, Luego ocurrieron esas cosas”.
Tan real resultó la difusión de “La guerra de los mundos” que los quiteños se llevaron tremendo susto y luego de enterarse que era una obra radiofónica, se indignaron a tal punto que quemaron el edificio donde funcionaba la emisora, sin importarles, al parecer, que adentro habían personas.
La radio cerró por dos años, y los marcianos nunca más volvieron a Quito. “La radio se incendió y quienes nos salvamos esa noche, escapamos por los tejados de las casas vecinas”.
Blanca es una mujer delgada y bajita, pero tiene una voz tan imponente que le facilitó muchas cosas en la vida. Siendo una estudiante de escuela, se convirtió en la Tía Blanquita, un personaje de radio que le permitió ganarse su primer sueldo, de cinco sucres.
Esa misma voz, clara y afable, le permitió ser seleccionada para que en 1948, fuera la locutora hispana de la BBC de Londres. Tenía que viajar a Inglaterra. Su madre se opuso.
Pero no fue la única oportunidad que su voz le permitió alcanzar nuevos triunfos.
En 1953 fue parte de la delegación ecuatoriana que viajó a la I Conferencia Latinoamericana de Mujeres. Se desarrolló en Río de Janeiro. Ella tenía solo 23 años.
Luego de aquel encuentro, en el que se la designó secretaria, volvió a Ecuador. El viaje de regreso fue en barco. Antes de arribar al puerto de Guayaquil, hizo escala en Chile, donde fue invitada por Radio Minerías para leer el poema “Agonía”, de Federico García Lorca.
Gustó. Tanto, que fue entrevistada por la revista Ecran y le ofrecieron una beca para estudiar en Radio Belgrano de Buenos Aires.
“La beca era por dos años, pero me quedé tres. Me dieron trabajo. Hasta pude haberme quedado allá. Tenía programas a mi cargo y hasta una secretaria. Uno era hasta sobre música ecuatoriana”.
Volvió al país por pedido del dueño de una empresa embotelladora de gaseosas que se aprestaba a inaugurar una emisora en Guayaquil.
“Pidió al director de Radio Belgrano al mejor locutor. Entonces me dijeron que como era ecuatoriano y estaba a la altura del pedido, lo mejor era que aceptase la propuesta. Así fue como volví al país”.
A Radio Bolívar le dedicó 20 años de su vida. Fue desde esa época que observó que los programas de salud y de nutrición tienen acogida. “Fui la primera persona que comenzó con ese tipo de programación. En una que otra emisora, hubo quien se dedicó a copiarnos”.
En 1962 fue designada gerenta de la emisora. Para entonces sus jornadas iniciaban muy temprano y terminaban más allá de la medianoche.
Fue parte de varias directivas de la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusores y de la Confederación Nacional de Periodistas del Guayas. Asistió a congresos internacionales.
A mediados de los años 70, la radio Bolívar fue vendida por su dueño y ella se quedó sin trabajo. Pero fue para bien. En 1978 salía al aire una nueva emisora, Radio 9 de Octubre, donde ella no solo locutaba, era también la dueña.
“Muchas personas se dieron cuenta de lo injustos que habían sido conmigo y me motivaron a tener mi propia empresa. Bancos como del Progreso y de Londres, me financiaron la compra de equipos. Así hasta por confiada, volví a quedarme sin nada. Alguien se quedó con esa emisora”.
Se acerca a los 80 años y cree que vivirá 40 más. El milagro se relaciona con su buena alimentación, un tema en el que se volvió una especialista. Tiene dos libros, uno de estos le permitió en 1985 que la American Association of nature medicine de Miami la designe Mujer del Año.
Gran Mujer, nos sentimos orgullosos como ecuatorianos de contar con una gran nutricionista.
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